En general los jugadores de fútbol, al ser figuras públicas y tener una exposición altísima, pueden ser percibidos como "robots" o simplemente como deportistas sin emociones ni vulnerabilidades. Además está aquello de: "son millonarios que corren atrás de una pelota con la vida resuelta".
Sin embargo, me parece importante recordar que detrás de las habilidades deportivas son seres humanos, como cualquiera de nosotros, con emociones, experiencias buenas y malas, con desafíos por delante.
Hay que respetar la humanidad de los jugadores, entender que también tienen sentimientos, inseguridades, miedos y momentos difíciles como cualquier otra persona. La presión constante, las expectativas altas y las críticas públicas pueden tener un impacto significativo en su salud mental. Ojo, entiendo que se pueda hacer un chiste puntual, y suelen ser divertidos muchos de ellos.
Me refiero a la crítica despiadada y exagerada. Hoy le toca a Darwin Nuñez, de quien gritamos a morir sus goles contra Brasil y Argentina por las Eliminatorias recientemente.
A mi particularmente me gustaría mostrar apoyo y respeto por un jugador, que en el acierto o el error dejó todo por la camiseta al igual que sus compañeros.
Recordar que los jugadores son seres humanos con sentimientos, ayuda a construir una cultura más empática y respetuosa, donde se valore a la persona detrás del atleta. Aunque en realidad hay un atleta atrás de la persona.
Las burlas, insultos y críticas excesivas no solo afectan la autoestima y el bienestar emocional de los deportistas, sino que también contribuyen a crear un ambiente tóxico, muy propio de estos tiempos, y mas en Redes Sociales.
En lugar de enfocarnos en señalar y ridiculizar, deberíamos fomentar la solidaridad hacia aquellos que enfrentan momentos difíciles en su carrera deportiva. En este caso la eliminación de un torneo que teníamos la expectativa de ganar.
La presión de tener un rendimiento constante, el miedo al fracaso, las expectativas nuestras, pueden contribuir al estrés y a la depresión en los jugadores. Grandes deportistas han confesado haber pasado momentos de gran depresión, como Andrés Iniesta o Michael Phelps.
Yo elijo, en términos bien nuestros, darle para adelante. Porque nos seguirá dando alegrías y parece ser además un gran muchacho, nacido en una familia bien típica del interior de nuestro querido país.