Si, ya sé. Hoy lo primero que le dijiste a tus padres, tus hermanos, amigos o compañeros de trabajo fue ¡Qué frío! El estado del tiempo siempre sirve para iniciar una conversación y más aún ante una ola de frío tan intensa como la que tenemos en nuestro país.
Es posible que la inmensa mayoría de los uruguayos haya pasado la noche con calefacción, habiendo cenado algo calentito y con buen abrigo. Lo cual me alegra mucho.
Es comprensible además, cuando estamos cómodos y seguros en nuestros hogares, que a veces no nos detengamos a considerar las dificultades que enfrentan las personas en estado de vulnerabilidad. Y menos en estos tiempos de individualismo brutal en el que vivimos.
Triste, pero seguramente sea natural centrarnos en nuestras propias vidas y preocupaciones cotidianas. Sin embargo, es imprescindible tener empatía y solidaridad hacia quienes están en situaciones menos privilegiadas. Sí, no hay que tener grandes posesiones materiales para ser privilegiado.
Cada gesto, por pequeño que sea, cuenta y puede tener un impacto positivo en la vida de quienes más lo necesitan.
Se estima que en Uruguay hay cerca de 3.000 personas en situación de calle, y mas de mil viven y duermen a la intemperie.
A su vez, en viviendas precarias, el 20% de los niños menores de seis años vive bajo la línea de la pobreza.
¿Pensaste anoche, en la comodidad del hogar, que hay compatriotas que estaban sufriendo?
Esas personas pasan un frío extremo que puede causar entumecimiento en las extremidades, temblores incontrolables, rigidez muscular y sensación de dolor en el cuerpo. Así lo detallas los médicos sobre las consecuencias de padecer las bajas temperaturas.
La exposición prolongada al frío puede llevar a enfermedades como hipotermia, congelación, neumonía y otras afecciones médicas graves.
Personas que no durmieron, con sentimientos de impotencia y soledad. Vulnerables y con miedo.
Pero lamentablemente también existe un fuerte estigma social asociado con la falta de vivienda, lo que lleva a la discriminación y al rechazo por parte de gran parte de la sociedad. Muchas personas ignoran o minimizar la situación de aquellos que no tienen techo, y estas personas pasan desapercibidas, lo que contribuye a su sensación de invisibilidad.
Cada persona sin hogar es un individuo con una historia única. No importa que circunstancias de la vida llevaron a ese hombre o mujer a terminar así. Si cometieron errores o la vida nunca le dio una oportunidad. Porque es mentira que todos tenemos las mismas. El niño que va a clases con la panza llena tiene muchas más posibilidades de aprender y crecer sano que el que fue con un agujero en el estómago o tiene un entorno familiar complicado, o la noche anterior durmió acurrucado entre sus padres y varios hermanos en una casa precaria. La mayoría de las personas en situación de calle sólo completó Primaria.
Más allá de que el Estado debe brindar una respuesta satisfactoria para revertir una tendencia que crece en el país, nosotros mismo con pequeñas acciones como donar abrigos, como lo hacen instituciones de Carmelo, ofrecer comida, o simplemente mostrar amabilidad y respeto pueden marcar la diferencia y contribuir a construir una sociedad más inclusiva y solidaria para todos.