Noviembre 21, 2024
Son las siete y media de la mañana y veo como las primeras luces del sol iluminan las calles de Carmelo. La Plaza Independencia apaga sus luces articifiales y las personas empiezan a transitar la ciudad bien abrigados, pero parece que con los ojos casi tapados por las bufanadas y los gorros no me pueden ver. Debo ser invisible, o quizás sea yo que tengo los ojos cansados, temerosos, y casi no dormí por la fría madrugada.
De todos modos no tengo mucho tiempo que perder. Tal vez algunas de esas personas ya dejó en alguna volqueta algún residuo que contenga algo para poder comer. No soy muy exigente con eso, al contrario, cualquier alimento o algo parecido me sirve.
Mis días transcurren entre buscar comida en basureros, esquivar los peligros que acechan en cada esquina y enfrentar el frío y el hambre con valentía. Al fin y al cabo prometí ser valiente con la vida, o al menos intentarlo.
Me gustaría confiar en la gente, que hay muchas hermosas que me tratan bien, pero la verdad que cada ruido repentino me estremece, me recuerda traumas del pasado y despiertan mis miedos más profundos. Desde que alguien me arrancó del calor de mi mamá ha sido así. Desde entonces, mis patas cansadas han recorrido calles de Carmelo, sus playas, plazas, buscando un poco de amor y compasión en un mundo que parece indiferente y hostil.
Los humanos pasan a mi lado sin mirarme, con indiferencia, pero por lo que veo se tratan así también ellos mismos. Algunos me gritan para que me aleje, o me sacan cuando descanso en las veredas. Otros, en cambio, me ofrecen un gesto amable, una caricia fugaz o un pedazo de pan. Será por eso que guardo la esperanza en lo más profundo de mi ser de encontrar un hogar donde me acepten tal como soy, con mis cicatrices y mis temores, y donde pueda sentirme seguro y amado. Veo otros de mi especie muy bien cuidados, que duermen calentitos y comen rico. Parece injusto que yo no haya nacido con esas posibilidades, al fin y al cabo soy un ser vivo, con emociones y merezco una oportunidad de vivir una vida digna y feliz.
A lo mejor en alguna esquina, un día de estos, una persona con gran corazón me de un hogar. Un hogar que yo llenaré de amor, ternura y un agradecimiento eterno para poder vivir felices y con el corazón lleno.
Algún dia...
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