La inmunidad de rebaño, según los científicos, ocurre cuando una población se hace inmune a una enfermedad. Esto puede darse debido a la existencia de una vacuna o por exposición, en la medida en que el porcentaje de personas inmunes va en aumento, la probabilidad de que una persona que es contagiosa se encuentre e infecte a una persona que no sea inmune, disminuye. 

Después, llega el momento en que las probabilidades de propagación de la enfermedad son tan bajas, que se considera que esa población ha adquirido “inmunidad de rebaño”.

La Organización Mundial de la Salud ha manejado, por antecedentes previos a la actual pandemia, que con el 70% de la población vacunada se logra que el virus tenga una circulación prácticamente nula por el hecho de que las personas tienen una protección personal y colectiva contra el virus.

Justamente basado en esta cifra, que no es exacta, el ministro de Salud Pública dijo el jueves 12 de agosto que “la semana que viene estamos llegando a la inmunidad colectiva, llamada inmunidad de rebaño”.

Es un mensaje peligroso. Porque la realidad, pese a que estamos en una condición sanitaria buena, dista mucho, porque las condiciones de propagación no son tan bajas, como sugiere la definición que señalamos anteriormente.

Decir que alcanzamos la inmunidad de rebaño es prácticamente cerrar la persiana de la pandemia en nuestro país y eventualmente debería finalizar la emergencia sanitaria.

Ahora bien. El 70% nunca fue un porcentaje fijo ni clave, sino orientativo. Es muy importante la cifra. Y la campaña de vacunación en Uruguay es un éxito.

Pero el mensaje invita a bajar los brazos, en momentos donde se sigue haciendo un esfuerzo en que las personas que no se han vacunado lo hagan. 

No podemos tomar literal la cifra del 70% cuando el mundo sufre las nuevas variantes del Covid-19 y se generó un nuevo brote a nivel mundial.

Cuando las vacunas no son 100% efectivas en el momento de su comercialización y mucho menos ante la aparición de estas nuevas cepas.

Por algo será que el gobierno, en trabajo coordinado con destacados científicos, exhorta a la población que se vacuno con Sinovac (la gran mayoría:69%) a darse un refuerzo con otra vacuna: Pfizer.

La evidencia científica internacional da cuenta que los niveles de anticuerpos disminuyen significativamente con el paso de los meses. Osea que la mayoría de los vacunados en Uruguay van perdiendo anticuerpos, sobre todo aquellos primeros en iniciar la campaña. Lo que no significa que las vacunas no hayan servido. Fueron claves en el combate al virus que actualmente nos permite tenerlo bajo control.

A nivel internacional la variante Delta (presente en Uruguay) demuestra que los niños, que no tenían ninguna dificultad, ahora pueden tenerla. Y en este país ningún menor de 12 años está contemplado en la campaña y se analiza hacerlo por la evidencia internacional.

¿Satisfechos con lo realizado hasta el momento? Por supuesto. Pero el mensaje debería ser más cuidadoso por lo anterior expresado.

El virus no perdona. No necesita grandes oportunidades para expandirse. Aprovecha el más mínimo descuido. 

En momentos donde se da la reapertura de muchas actividades y llegarán extranjeros en breve. 

La Noche de la Nostalgia, que moviliza a más uruguayos que cualquier otra fecha, está a la vuelta de la esquina. Bailes, reuniones.

Les diría, humildemente, que se cuiden como siempre. Impulsaría una campaña para alcanzar el 80-85% de la población vacunada para hacernos sentir que estamos bien, cerca del final, pero que falta un paso más, y de esa manera incentivar a que aquella persona que no se vacunó lo haga.

Porque sino parece que esto ya se terminó y no es así. Nadie quiere otro retroceso con nuevos brotes y mucho menos lamentar internaciones o falleciemientos.