Cuba vive desde el domingo 11 las mayores protestas contra el régimen de su historia reciente.

Un apagón de internet ha sumido a la en la incertidumbre y el silencio tras las mismas, donde al grito de “Abajo la dictadura” o “Patria y vida”, los cubanos se han volcado a las calles para protestar contra la ausencia de alimentos y la falta de vacunas contra el Coronavirus. 

En el marco de este complejo momento, dialogamos en Radio Carmelo con Alejandro González, cubano radicado en Uruguay desde el 2 de setiembre de 2017.

Para Alejandro el pueblo se lanzó a la calle a “pedir por su libertad, su dignidad, en contra de la dictadura”. Para Alejandro es inaudito porque desde el año 1994 no ocurría algo similar. En aquel entonces Fidel Castro enfrentó la protesta conocida como “El Maleconazo”. El motivo si se quiere, salvo por la pandemia actual, fue también similar: crisis económica y pobreza.

Alejandro no duda en catalogar a Castro como dictador, aunque sabe que en Uruguay, como en otros países, tiene seguidores que lo han apoyado. “Sé que la Revolución Cubana (que de revolución tuvo sólo sus primeros años, dice) tiene adeptos en Uruguay, “porque su aparato propagandístico ha calado muy hondo en los pueblos latinoamericanos”.

Como decíamos anteriormente, el apagón de internet no permite conocer con certeza lo que ocurre en estas horas. Alejandro dice que el internet en Cuba lo proporciona una sóla empresa que es estatal y el pueblo lo usa desde 2018 en lugares limitados.

Con esas dificultades, Alejandro, que tiene a su familia en la isla, entiende que “el presidente Miguel Díaz-Canel hizo un llamado a los revolucionarios, que son personas afines al gobierno, a reprimir al pueblo, llamó a una guerra civil”, dijo.

De todos modos, entiende que las manifestaciones fueron pacíficas y espontáneas, lo cual lo alegró “porque el pueblo despertó”. 

Alejandro lamenta las carencias que la población tiene. Fue justamente esto lo que lo llevó a abandonar el país. “Económicamente está devastada la isla”, señala, agregando que su padre padece cáncer de colon y le envió desde Uruguay bolsas de colostomía porque “en Cuba no hay nada. No hay aspirinas, no hay medicamentos y las personas mueren en los pisos de los hospitales”.

Todo ello llevó a que el pueblo se canse, dice, pero “siempre predomina el miedo y por eso la población no se manifestaba”.

Para Alejandro la crisis económica se remonta al año 1959 cuando la revolución derrocó a Batista, pero con una situación diferente hasta 1990. “Hasta ese momento Cuba contó con el apadrinamiento de la Unión Soviética”. “Nos vendían una ropa para invierno rusa muy abrigada y gruesa con un verano de 38 grados”. Muchos productos (comida, juguetes, etc) llegaban desde el país europeo, cuenta. Mientras tanto, “Cuba era un país monoproductor, sólo vendíamos azúcar y nos quedamos sin nada”. 

Alejandro dice que como tantas personas, pasó hambre y únicamente contaba con un par de zapatos artesanales, mientras otros chicos no podían ir a la escuela porque no contaban con ellos.

Según manifestó, esta situación obligó a Fidel Castro a abrirse al mundo. Abrir hoteles y recibir turismo ayudó a reactivar la economía pero no ha sido suficiente.

Actualmente sin turismo por la pandemia, la crisis golpea fuerte a la isla. “Volvieron los apagones de 8-12 horas y el pueblo sigue pasando hambre, en un país que pena con 25 años de cárcel a quien mate una vaca”.

Por otro lado, “el gobierno de Cuba rechazó la compra de vacunas contra el Covid-19 porque las iba a producir y hasta el momento está en proceso de producción de cuatro pero sin finalizarlas, por lo cual la población se está muriendo en los hospitales. Sin ambulancias ni combustibles para ellas, sin embargo hay combustibles para sacar tropas a reprimir manifestantes”, señaló Alejandro.

¿Cambió Cuba tras la muerte de su histórico líder?

Para Alejandro cambió para mal. Raúl Castro, hermano de Fidel, estableció algunos cambios. “Nos devolvió derechos (no nuevos, aclara) como a comprarnos una casa, un automóvil (ruso de los años 60), y nos dio acceso a las playas y al turismo”. 

Luego hizo una reforma constitucional con “artículos polémicos y una censura brutal”. “Cerró más el cerco y reprimió más”, dice.

¿Cuba tiene un bloqueo económico de Estados Unidos?

“Eso es una gran falacia inventada por el gobierno de Cuba”, señala Alejandro. “Estados Unidos tiene un mecanismo de varias leyes que definen un embargo económico, que no es un bloqueo como si lo hubo durante la Crisis de los Misiles”.

Alejandro dice que en el país todo es estatal, hasta un puesto de feria y “Estados Unidos no comercializa productos con el estado de Cuba, pero sí lo hace con el campesino de a pie, quien puede comprar tractores aunque el estado cubano controla que eso no ocurra”.

A su vez, Alejandro dice que Estados Unidos le vende a Cuba medicina y alimentos. “Cuba en tanto exporta a otros países cosas que faltan a su población como alimentos: paltas, cerveza, lima, bananas”. ¿Cúal es el bloqueo? se pregunta. Si entiende que hay un embargo, el cual también genera dificultades, pero no bloqueo.

“En definitiva la revolución era de los humildes para los humildes pero Díaz-Canel anda en camionetas BMW y el hijo de Fidel anda en Yates por todo el mundo fumando habanos de dos mil dólares”. Alejandro dice que estas ambigüedades han sido notorias a lo largo de los años. “El pueblo pasa hambre y los gobernantes son ricos”.

¿Cómo fue su salida de Cuba?

Con un buen nivel educativo en su familia, a Alejandro siempre le gustó leer e investigar qué había más allá de las fronteras. “Me acuerdo que había unos dibujitos, como le dicen acá, de Horacio Quiroga que me gustan mucho. Eso me hizo investigar sobre su vida y Uruguay, un país que no se conocía mucho en Cuba”, dice.

“Cuando termine mis estudios en Comunicación Social (Alejandro es licenciado) había una sola solución porque en Cuba nos educan para nada”. “Trabajaba en una empresa de Software ganando 30 dólares al mes, cuando solo una botella de aceite sale dos”. 

Alejandro confiesa que tuvo que hacer cosas ilegales para poder subsistir. “Le robaba internet a la empresa, diseñando páginas web con las computadoras de la empresa, y vendiendolas a casas que se alquilaban para el turismo”. “No quería vivir más así, haciendo cosas ilegales, quería ser libre y no tener que preocuparme por lo que iba a comer a la noche”. “Quería ser libre”.

De todos modos, se imaginó que Uruguay sería similar a Estados Unidos, un país que tienen muy cerca y con gran influencia cultural. “Uruguay tiene sus encantos”, dice Alejandro que vive en pareja.

“Uruguay tiene un potencial muy grande y de momento no pienso en irme porque tenemos muchas cosas en común, menos el mate” (se ríe).