Piperno es Arquitecta y Magíster en ordenamiento territorial y desarrollo urbano por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de la República (Udelar). Además, es profesora de la FADU y co-coordinadora del Núcleo de Aguas Urbanas del Espacio Interdisciplinario de la Udelar. Desde hace diez años lidera el equipo de Inundaciones y Drenaje Urbano de la Dirección Nacional de Aguas (DINAGUA), actualmente en la órbita del Ministerio de Ambiente (MA).
Para comenzar, ¿podrías explicarnos brevemente qué se entiende por inundación y qué tipos de inundación hay?
Una inundación es la ocupación transitoria de agua de una zona que habitualmente está libre de ésta y que al suceder, causa perjuicios económicos, sociales, a la salud o al ambiente.
En el Uruguay se destacan cinco tipos, que pueden darse de forma independiente o conjunta.
En primera instancia están las llamadas inundaciones de ribera que son inundaciones fluviales, causadas por el desborde de cauces naturales de ríos o arroyos hacia sus planicies debido a lluvias sostenidas en su cuenca. Las crecidas son procesos naturales de los cursos de agua que pueden ser agravados por acción antrópica -es decir por el accionar humano- y afectar personas, infraestructuras y ecosistemas que se encuentran expuestos a las mismas.
En segundo término están las inundaciones causadas por desbordes de cañadas y pequeños cursos de agua. Se distinguen de las inundaciones de ribera por su rapidez, dificultad de predicción y mayor relación con causas antrópicas: alcantarillas de dimensiones reducidas, rellenos de planicie, obstrucciones de cauce, aumento de impermeabilización de la cuenca.
En tercer lugar tenemos las inundaciones costeras que son causadas por agentes marítimos: marea astronómica, meteorológica y oleaje. En Uruguay se dan tanto en la costa del Río de la Plata como en el Océano Atlántico. Pueden ser agravadas por desbordes fluviales y pluviales y causar erosión afectando playas, viviendas y ramblas.
Por otro lado, tenemos las denominadas inundaciones por drenaje pluvial urbano que son aquellas derivadas del proceso de urbanización. Se producen por tormentas intensas, en general de escasa duración, sobre cuencas urbanas con altos niveles de impermeabilización. En general son rápidas y de baja permanencia (incluso pocos minutos). Suelen estar asociadas a déficit o ausencia de infraestructura de drenaje pluvial urbano o mal funcionamiento de la misma.
Por último tenemos las inundaciones que son causadas por fallos o colapsos de infraestructuras hidráulicas como represas, presas en tierra o diques de defensa civil. Si bien su probabilidad de fallo suele ser reducida, las consecuencias pueden ser catastróficas, dado que se trata de inundaciones rápidas y con un alto poder destructivo.
¿Es correcto decir que las inundaciones son el evento adverso más frecuente en Uruguay?
Sí: según los registros históricos de eventos adversos del Sinae, los eventos hidrometeorológicos son los más frecuentes y entre ellos lo son las inundaciones.
Siguiendo esa línea ¿es correcto decir que las inundaciones son ahora más frecuentes que antes?
Para responder si son más o menos frecuentes que antes, es necesario entender que hay al menos tres factores pueden aumentar las inundaciones, según la definición antes utilizada:
Por un lado, los cambios en el clima (aumento de las precipitaciones).
Por otro lado, los cambios en las características de la cuenca (aumento de la escorrentía -es decir el agua de lluvia que circula libremente- por pérdida de capacidad de infiltración del suelo).
Y por último, la ocupación de las planicies de inundación.
En relación al primer caso, los estudios de Ciencias de la Atmósfera de la Udelar dan cuenta de una gran variabilidad, con una tendencia gradual positiva de las precipitaciones y un aumento de la cantidad de días con precipitaciones intensas.
En cuanto al segundo, es muy claro el ejemplo en inundaciones urbanas, donde se impermeabiliza aguas arriba y lugares que antes no se inundaban, ahora sí se inundan. Muchas veces se lo adjudica al cambio climático, cuando en verdad el problema es explicable por intervenciones humanas.
En referencia al tercero, a veces vemos que a igual altura del agua, eventos ocurridos en los años 50 muestran menor número de personas afectadas que eventos actuales (por ejemplo en Paysandú). Eso se explica por la densificación del área inundada o porque lugares que antes no estaban ocupados y por ende no tenían afectados, ahora sí tienen (un claro ejemplo de esto es Ciudad del Plata).
Los últimos dos factores (posibles cambios en la cuenca y ocupación de las planicies de inundación) son claramente antrópicos, así que el futuro no tiene porqué seguir la tendencia, depende de nosotros y nosotras.
¿Cuáles fueron las inundaciones más grandes de la historia de Uruguay?
Si consideramos la totalidad del país, las inundaciones más graves siguen siendo las de 1959, sin embargo esto no es homogéneo a escala ciudad. Algunas ciudades como Durazno o Treinta y Tres han tenido sus mayores inundaciones en este siglo. O en el caso de Montevideo, inundaciones costeras graves datan del temporal de 1923 (eventos cuya probabilidad de ocurrencia es cada 100 años).
Igualmente me parece importante dejar claro que si bien estos grandes eventos son más visibles, muchas veces son la sumatoria de pequeños eventos los que afectan a los sectores más vulnerables y esto queda invisibilizado, tiene menos prensa.
La inundación como amenaza o peligrosidad de origen natural no se puede evitar, pero sí se puede predecir para poder actuar con anticipación. En este sentido ¿cuáles son los principales Sistemas de Alerta Temprana (SAT) que funcionan y por qué son tan importantes?
La lluvia que cae y que escurre no la podemos evitar. Ahora, sobre los niveles de riesgo de inundación sí podemos actuar, ya que no solo dependen de la magnitud de la amenaza sino también de la exposición y de la vulnerabilidad de lo expuesto, por lo tanto los daños se pueden prevenir y reducir. Para ello contamos con muchas herramientas y también con muchas cosas que aprender.
Una de las herramientas más importantes que disponemos son los Sistemas de Alerta Temprana de Inundación (SATI). La inundación afecta hogares, familias, niños, adultos mayores. La vivienda, que debiera ser el lugar de la seguridad, de cobijo, en particular de los niños, se convierte en temor. Hemos visto cómo los afecta psicológicamente, en particular frente a crecidas nocturnas; es indescriptible para quien no lo vive. Por otra parte está la pérdida de bienes materiales, tan difíciles de recuperar por la baja capacidad de recuperación de las familias o por el valor afectivo de los mismos.
En este sentido los SATI brindan un valor fundamental: el tiempo. Tiempo para evacuar y tiempo para reubicar las cosas valiosas. Para ello, como es obvio, es tan importante que estén bien hechas las previsiones, como que la información llegue a destino y encuentre los mecanismos necesarios para cambiar la situación.
Actualmente hay un SATI en Durazno y otro en Artigas. La sala de situación (que emite la información al Sinae) se encuentra en la DINAGUA en el MA. Está en construcción un tercer SATI para la cuenca del Santa Lucía. Por otra parte, las represas hidroeléctricas comunican a los Centros Coordinadores de Emergencias Departamentales (Cecoed) las previsiones de altura del agua, lo que les permite tomar decisiones.
Como dijimos, la inundación no se puede evitar, sin embargo las comunidades, los gobiernos pueden realizar acciones para mitigar su impacto; en ese sentido ¿qué se ha hecho en Uruguay al respecto en términos de realojos, de construcciones en zonas inundables?
Hay mucho hecho y queda mucho por hacer.
Las crecidas de los ríos y arroyos son parte de su ciclo natural, la dinámica de los ríos no es sólo longitudinal sino también transversal. De las crecidas dependen los ecosistemas fluviales y la vida de muchas poblaciones.
Como ya vimos, el riesgo de inundación es prevenible, mitigable, como riesgo socio-natural: depende tanto de la naturaleza como del ser humano.
Se pueden hacer muchas cosas, pero se trata de un problema complejo que tiene causas profundas y por ende no existe una sola acción para solucionarlo, ni es un tema a resolver a corto plazo.
La relocalización es una de las medidas posibles y hay buenos ejemplos en nuestro país, pero no es la única. Pensemos que son más de 100.000 las personas que viven en nuestro país en zonas inundables. ¿Vamos a relocalizarlas a todas? Sin dudas, la respuesta es no. Ese número además puede seguir aumentando, si se siguen ocupando o densificando las planicies de inundación.
Por otra parte, no nos importa únicamente que las personas vivan en un lugar seco, sino que tengan una vida digna, esto implica que al lugar a donde vayan tengan una vivienda decorosa, acceso a servicios, al trabajo, a sus afectos.
Existen en nuestro país buenos ejemplos y muchos estudios que permiten pensar que se puede avanzar en la temática: medidas de adaptación de viviendas, medidas de ocupación de zonas inundables con usos compatibles, medidas de preservación de los espacios naturales de los ríos (montes ribereños, humedales.), medidas de planificación urbana, entre otras.
Además de medidas para mitigar el impacto de las inundaciones, hay acciones que van más allá: convirtiendo la amenaza en una oportunidad, ¿podrías darnos algún ejemplo al respecto?
El caso de Paysandú y La Chapita es un claro ejemplo nacional de relocalización de familias y de resignificación del espacio del río, pero hay otros. La rambla de Mercedes, el arroyo Mallada en San José, las propuestas para el Pantanoso en Montevideo, son algunos ejemplos a seguir. No existe la perfección, pero de cada caso vamos aprendiendo. Cada ciudad, cada zona inundable, cada población tiene características propias que requieren ser analizadas. Las acciones siempre son a medida y deben ser conversadas y acordadas con la población involucrada.
Los cursos de agua son parte importante de la calidad de vida de las ciudades, son áreas de recreación, de representación, parte del imaginario colectivo de las ciudades. ¿Que sería Treinta y Tres sin el Olimar? ¿Qué sería Salto sin el Río Uruguay? Por ende no se trata de alejarnos del agua sino de respetarla, de compartir respetuosamente los espacios que nos pertenecen.
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