Falleció Walter Taibo uno de los arqueros récords de nuestro fútbol uruguayo pero también muy recordado en nuestra ciudad cuando fue campeón con Nacional de Juan González en 1972 y mediador para que Alcides Edgardo Ghigia también vistiera la casaca Tricolor Carmelitana , había nacido el 7 de marzo de 1931
Sus insólitos récords
Walter Taibo tiene un récord insólito, acaso único en el mundo futbolístico. En efecto, es muy difícil que exista otro futbolista que haya obtenido el máximo título en las tres divisionales principales de su país. Si, porque Taibo salió campeón en la “A” – varias veces - , salió campeón en la “B” y salió campeón en la “C”. En la “A” dio la vuelta olímpica varias veces. En la “B” lo hizo cuando defendió la portería de Wanderers, y en la “C” , cuando la gente de Mar de Fondo le confió la defensa de su arco. Pero además, tiene otro record, compartido por muy pocos. Fue campeón uruguayo defendiendo los colores de los dos tradicionales adversarios de nuestro fútbol. Dio la vuelta con la del bolsillo, e hizo lo mismo junto a los de camiseta rayada. La cosa no queda ahí. Porque con Peñarol se clasificó nada menos que campeón de América y posteriormente de la Intercontinental. Y como si fuera poco, ya de veterano, fue a jugar al Nacional de Carmelo que estaba en la “B”. Campeón en la divisional e ascenso y dos veces consecutivas campeón en la divisional “A”.
En el año 1919, el matrimonio español que integraban José Taibo y Brígida Martínez, decidió cruzar el Atlántico para afincarse en nuestra tierra , al igual que tantos compatriotas. Los primeros fueron años duros, difíciles, hasta que, finalmente, lograron comprar una panadería en el Cerrito de la Victoria. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos – todos varones - : Raúl, Juan Carlos, Walter y Nelson. Del tercero hemos de ocuparnos en esta nota. Walter Taibo Martínez nació el 7 de marzo de 1931, cursó hasta 6º de escuela, y desde los siete años ya ayudaba a su padre en la panadería. Lo dice con orgullo, con la tremenda satisfacción de haber metido hombro junto al viejo, cuando aun era muy chico. Ahora está sentado frente a mi, junto a su esposa, compañera y consejera Florinda Varela, y sus dos hijos, por quienes – no me quedaron dudas - , se le “cae la baba”. Allí está el “lomo” de Daniel, el de Capitol, 22 años, casado con Marisel, prolongando la fama del apellido en el deporte. Y está Claudia, de 17, volcada enteramente al estudio, pero conocedora también de la trayectoria deportiva de padre y hermano. Y está el “Gallego”, con su imborrable sonrisa y los ojos pegados. Porque lo encontré durmiendo, a más de media mañana de un sábado estupendo. No porque hubiera llegado tarde del Casino – donde lleva trabajados nada menos que 21 años – sino porque había estado de “cantarola” en el Capitol en una despedida, junto a Daniel, hasta la madrugada. Y ahí están las bromas con los hijos. Las “cargadas” del basquetbolista, la risa de Daniel, cuando lo ve en una foto, integrando el equipo de básquet del Casino, allá en Mar del Plata. Y la “baba” del Gallego que va en picada, imperceptible, pero seguramente. Con los ojos más despegados, con la misma sonrisa, con la expresión típica del pícaro del bandido…
Y allí, en rueda, en la unidad de esa familia, en la visible unidad de esa familia, EL DIARIO. Con la duda de encarar la nota en conjunto, o centraría en el personaje. En el nombre del fascículo. Me decido por lo último aunque me va a servir de mucho lo primero. Porque todos van a hablar de Walter, el esposo, el hombre , el padre, el deportista. Y el Gallego va a hablar de Taibo.
“Cuando yo tenía siete años nos vinimos para acá, para el barrio Bella Vista. Y cuando era todavía muy chico, integré mi primer equipo. Primer, e inolvidable; el Convenio. Estaban el flaco Costa, Cuevas, en fin, una muchachada inolvidable. A los catorce años fui a Bella Vista, a quien defendí desde el 45 al 49, año en el que pasé a Nacional, cuyo arco estaba custodiado por Paz y Peñalva. Jugué en la 3ª en el 49 y en el 50, hasta que en un partido contra Danubio, en el Parque Central, me golpeé en un pulmón y dejé de jugar por tres años. La lesión se constató en Porto Alegre, en mi primer salida al exterior. Me tiré a los pies de un rival, y allí quedé, vomitando sangre. Me hicieron placas de inmediato y se constató la lesión. Hasta el 53 no pude volver a hacer deporte. A fines de ese año volví a las canchas, jugando los últimos tres partidos del uruguayo, contra River Plate, Peñarol y Rampla Juniors. Después siguieron las lesiones. En el 54, año en que Nacional era dirigido por Romero y Scarone. Después de un pasaje de Pedernera en lal Dirección Técnica, llegó Ondino, un hombre que estaba adelantado 20 años en el fútbol. Ahí ganamos la Copa en propiedad, al obtener tres títulos consecutivos, los de los años 55, 56 y 57. Hasta el 59, por ejemplo, ustedes los periodistas no le dieron la real importancia que tuvo una gira de Nacional por Europa. De 10 partidos perdimos 2. Y uno de ellos, contra Barcelona, lo perdí yo porque fui un desastre. El otro que nos ganó, fue el Dínamo de Moscú por 1 a 0”
-¿Y contra el Barcelona qué pasó?
“Que perdimos 5 a 3 y casi todos los goles los hizo Taibo. No se los hicieron a Nacional. Los metí yo. Además, me perdí el contrato de mi vida. Porque Barcelona quería llevarme. ¡Y como para llevarme era la cosa, si me metí todos los goles!. Aquello del amor propio ¿sabe? . Yo ese partido no debí jugarlo, porque estaba lesionado en una rodilla, y existía aquello del contrato casi seguro. Pero me infiltré, jugué, y fui un desastre. Nacional perdió el partido, y yo – que mejor dicho lo perdí yo -, me quedé sin el contrato de mi vida.
Pero le reitero, esa fue una gira bárbara, a la que el periodismo, en general, no le dio la importancia que realmente tuvo. Estaban los “diablillos” como y los llamaba, y teníamos una defensa compacta, firme, segura”.
“Después me fui a Huracán de la AFA, donde francamente, si no hubiera sido por problemas de trabajo, me quedaba toda la vida. Estaban los dos Rossi – Pipo y Oscar -, estaba el “loco” Montaño, Machado, en fin, un grupo estupendo, además, los dirigentes eran sensacionales. Le reitero, con total sinceridad, en ese club me hubiera quedado toda la vida. Y allá, me volví a romper la clavícula (en el 54, año en el que prácticamente pasé entre algodones, además de la clavícula, me había roto un menisco y la quinta lámina de la columna) , y tuve que parar un tiempo. Cuando volví, me tuvieron que dar siete puntadas por otro golpe recibido. Pero, ¡qué ambiente bárbaro aquel de Buenos Aires!. El nuestro, comparado con el de ellos en materia futbolística , es un entierro. Allá da gusto jugar”.
WALTER TAIBO
TEMERARIO Y ARROJADO (PARTE II)
LOS BOHEMIOS…Y AL OTRO GRANDE
¿Y después de Huracán Walter?
“Bueno, después apareció Wanderers, allá en el 61. No me hable, que debuté y me rompí un dedo. Nos queríamos morir todos. Estuve cinco meses sin jugar, y fíjese que ellos habían realizado un esfuerzo económico grande. ¡Era para morirse!. Pero ¡qué gente estupenda había en ese club!.
Y estuve ahí hasta el 66, dejando como saldo un hijo hincha de Wanderers a muerte, capaz de llorar si pierden los bohemios. Y llegó lo de Peñarol. Nada menos que Roque Gastón Máspoli se interesó por mi concurso. Y allá fui, a pesar de que más de un conocido dejó de saludarme. El Tito Concálvez, con quien había hecho mucha amistad en el Sudamericano del 57, fue el que más me abrió los brazos, y los demás muchachos se pasaron. Fíjese que yo, no sólo había jugado en Nacional, sino que había sido capitán. Pero los muchachos sabían que yo me iba a brindar por Peñarol a muerte. Fue una época maravillosa, con los recuerdos imborrables de Santiago Bernabéu. En el 66, campeón uruguayo, de América y del Mundo, con la aurinegra. Al año siguiente, en una gira por Europa, tuve un problema con Cataldi y me vine desde España, pidiendo la rescisión del contrato. Pese a que los muchachos realizaron una mediación – cosa que agradecí mucho, por supuesto - , me fui de los aurinegros”.
I.A.S.A – MAR DE FONDO – PROGRESO…
“Y Milans, Rafael Milans, con quién había hecho amistad en Wanderers, me llama para hacerle una pierna en Sud América. Voy, por supuesto, y el equipo anda bien hasta que él se va a Danubio. Después, en el 69 fui a Mar de Fondo, donde logramos el ascenso a la B, y en el 70 jugué algunos partidos en Progreso. Pero, hasta hace poco estuve jugando… Sí, prácticamente hasta ahora. Porque hasta el 75 defendí al Nacional de Carmelo, al que lo sacamos de la B y lo pusimos dos veces al tope de la A..”
“La obtención de la Copa Teresa Herrera fue una de mis máximas satisfacciones como futbolista. Se trataba de un trofeo muy valioso y sumamente codiciado. Nosotros llegamos a disputar la final con Flamengo de Río, un equipo sumamente poderoso. Recuerdo bien que El Riazor, estadio de La Coruña, donde se disputaba el partido, estaba repleto, y los españoles se habían volcado decididamente para nuestro lado, alentándonos de continuo. El partido fue bravísimo. Ellos nos metieron un gol en el primer tiempo, aunque las acciones venían siendo parejas. Para el complemento, en nuestro equipo entró Ruben González y la cosa varió fundamentalmente. Se adueñó del medio campo y empujó al equipo hacia el área de los brasileños. Es que allá adelante estaban los “diablillos”, una de las mejores delanteras que vi en mi vida. Héctor Núñez logró el empate cuando promediaba la etapa final, y faltando un cuarto de hora, el Chongo Escalada metió el del triunfo. Fue una emoción muy grande, de esas que quedan prendidas en el recuerdo. El equipo iba conmigo en el arco, Troche y Di Fabbio, Roque Fernández, Gómez, después Ruben y Mesías; Héctor Núñez, Raúl Núñez, Romero, Héctor Rodríguez y Escalada. Pese a ser la edición número trece de la Copa Teresa Herrera, el número nos trajo suerte. Le repito que ese fue un partido memorable, de una gira muy importante que realizó Nacional en el 58, y a la que la prensa no le dio la trascendencia merecida
SU ADMIRACION POR ANÍBAL
(PARTE III)
Una foto grande, autografiada, recuadrada prolijamente, de ese gran golero que fue Aníbal Paz, es de las más destacadas del comedor. Aunque también está Mar de Fondo, el Nacional de los Niños Terribles, el Peñarol del Bernabeu, el jopo inconfundible de Juan Carlos Leiva – “el golero más clásico que ví” – al decir del entrevistado. También una práctica con River, otra con Cerro, Huracán, en fin, una serie de recuerdos imborrables para el Gallego. Pero, me detengo en la cara de Aníbal Paz. O de Aníbal simplemente. Porque, cuando cualquiera en fútbol habla de Aníbal, se refiere siempre al estupendo cuidapalos tricolor. “Ud. no sabe la admiración que yo sentía por Paz. Aníbal entrenaba acá a la vuelta, y Migale era el que lo hacía revolcar a cada minuto. A mí, desde niño me había gustado el arco. Y trataba de aprender, de pararme mejor, mirándolo a él, mientras entrenaba y yo alcanzaba la pelota. Un día me autografió esta foto, que conservo con el mayor de los cariños. Paz, nada menos que Paz, dedicándome a mi una firma. ¿Ud. se imagina lo que era para mi esa distinción?. Claro, no se puede imaginar como tampoco comprenderá mi estupor, mi sorpresa, mi “miedo” cuando me vi defendiendo la misma camiseta, junto a ese “monstruo” y aquel otro gran golero que fue Peñalva”. “Yo que le alcanzaba la pelota en los entrenamientos, yo que lo tenía en el máximo pedestal, me encuentro de repente, con que los dos – en distintas divisionales – éramos los arqueros de Nacional, el club de mis amores. Porque, si bien defendí otras casacas – a muerte, como corresponde – no le puedo negar a nadie que fui “bolsilludo” desde niño.
“El partido con Real Madrid fue memorable. Me acuerdo que la expectativa que se había creado acá, era tremenda. Realmente tuve serio trabajo, y no era para menos, teniendo en cuenta los jugadores que teníamos delante nuestro. Puskas y Kopa le pegaban como viniera, y siempre justo. Me acuerdo un zurdazo bajo del húngaro que iba contra un palo, sobre el arco de la Amsterdam. Cuando vi salir el disparo pensé que no llegaba, que la pelota iba a parar a la red. Afortunadamente llegué justito y logré desviarla. Fue enorme el mérito de nuestro equipo en ese partido, ya que Real Madrid era una verdadera máquina. Pero, a pesar de que ellos llevaron la iniciativa, especialmente en el primer tiempo, logramos contenerlos , e incluso estuvimos muy cerca de convertir en una jugada de Escalada, que finalmente pegó en el cuerpo del golero Alonso. Verdaderamente, de ese partido, con un marco impresionante de gente, no podré olvidarme nunca. Además, pienso que esa tarde, personalmente todo me salió bien.
EN LAS DISTINTAS SELECCIONES
(PARTE IV)
“En el año 1955, debuté en la selección uruguaya. “Nino” Corazo me nominó para defender el arco de los celestes en el campeonato Sudamericano de Chile. Francamente, aquel equipo no anduvo en ningún momento. No me haga acordar, que contra Argentina fuimos un desastre, y nos “comimos” seis goles. Para el 56, en el Extra que se jugó en Montevideo y que a la postre obtuvo Uruguay, fui citado, pero no pude integrar el plantel, porque me tuve que operar de un codo, unos días antes, de que empezara la preparación. En 1957, tuve la satisfacción de integrar la selección que recuerdo con mas cariño : la que fue a Lima, en aquella que debutó el Tito Goncalves. No sólo a nivel de jugadores, sino también de dirigentes, esa delegación era extraordinaria. Al frente de la misma estaban Renán Rodríguez, el Dr. Fermín Garicoits, Lastra, en fin , se había logrado formar un excelente grupo.
Prosiguiendo con mi actuación en la selección, le diré que en 1958 tuve una de las experiencias más desagradables, al quedar por el camino para el mundial de Suecia. Aquello fue realmente lamentable. Paraguay, no sólo nos ganó sino que nos goleó en Puerto Sajonia. Francamente de esta etapa, prefiero ni acordarme. Es que, realmente, las cosas se hicieron mal. Veníamos con un buen equipo, es decir con aquel de Lima, pero se hicieron cambios, se resquebrajó todo el andamiaje. Después vino el Sudamericano de Guayaquil, al que no fui y el de Buenos Aires, ambos en 1959, al que viajé junto a Leiva para la defensa del arco. Allá se suscitó el famoso lio con los brasileños. Es que ellos habían aprendido bien la lección, y a partir del 50 no se regalaron más… Después tuve unos años de transición con respecto al combinado, incluyendo la temporada que estuve en Buenos Aires, defendiendo a Huracán de la AFA, hasta que en 1964 fui citado nuevamente para una gira que se realizó por Europa, con la base de jugadores de equipos menores, y en la que nos fue bastante bien. Luego vinieron las eliminatorias para Londres, en las que actué de titular frente a Perú y Bolivia, quedando muy conforme con mis actuaciones.
CON LA SELECCIÓN A INGLATERRA
Y llegó el momento de viajar a Inglaterra, hacia donde fuimos tres goleros : Mazurkiewicz, Sosa y yo. Creo, que como en esa selección, jamás se gastó tanto dinero en la preparación. Estuvimos tres meses entrenando. Nos concentraron cuarenta días en las sierras de Minas, nos daban vitaminas a toda hora. A las seis de la mañana nos despertaban con un pinchazo, y de ahí a entrenar duro. En fin, una preparación bárbara. Pero, llegado el momento de viajar, se armó lío con los premios y se creó un ambiente de tensión, de nervios, que nos perjudicó bastante. Le diría que con el equipo que teníamos, podíamos aspirar a una colocación superior a la que obtuvimos. Y le digo una vez más : Mazurkiewicz en ese torneo fue un verdadero fenómeno.
“En Nacional, desde un principio encontré gente estupenda. De Huracán de la AFA guardo recuerdos imborrables. Como el que me hayan invitado hace poco, al cumplirse un nuevo aniversario de fundación del club, a mí, a Plácido Rodríguez y a Carlos Martínez. Le repito que, en esa institución, de no haber mediado los problemas que se me presentaban con mi empleo, me hubiera quedado toda la vida”. En el 61 me llamó Castagnola para Wanderers, al que lo llevamos a la “A”. Y otra vez encontré un grupo de gente exquisita. Y un día, Bagnulo, que estaba con los “bohemios”, buscó ciertos jugadores de Peñarol, y Máspoli me pidió a mi en el trueque.
¿Ud. se imagina lo que era aquello? Yo, capitán por varios años de Nacional, pasar a los aurinegros?
Y pedí pase nomás. Perdi algunos conocidos – no amigos – que incluso dejaron de saludarme.
¡Qué muchachada magnifica encontré en Peñarol!!”
Bueno, Walter, bueno. A esta altura, creo que las cosas tienen que invertirse a acomodarse por lo menos. Porque de Peñarol se va a la IASA y también encuentra gente macanuda. De ahí a Mar de Fondo, después a Progreso y al Nacional de Carmelo. Y toda la gente que Ud. encuentra en su camino es magnífica. Por eso le digo, tal vez sea a la inversa. Seguramente, Ud. lo dice con convicción. Pero son muchas las coincidencias. Muchos los clubes, muchas las divisas distintas, muy diferentes las inquietudes. De pelear por la intercontinental, a tratar de ascender a la “B”. Uno, dos , siete clubes, y en todos lados, una muchachada estupenda, una gente sensacional. Y a todo esto, ¿Ud. no aportaba nada para que eso sucediera? ¿Su manera de ser, su entrega, no tendrían mucho que ver en aquello de que todo el mundo era estupendo?.
Su vocación por todo lo que tiene que ver con el fútbol, lo impulsó a hacer el curso de técnico, para seguir metido en su deporte, aunque fuera desde el borde de la cancha.
“Mi función como DT comenzó en el 62, en Bella Vista, donde tuve un pasaje muy fugaz. Trabajé apenas dos meses y como se le daba mucho más importancia a la doma que al fútbol, decidí irme”.
“En el 65 trabajé en Wanderers, y en el 68, cuando Milans se fue a Danubio, quedé al frente de los planteles de la IASA, donde venía actuando como jugador”.
“Después estuve unos años inactivo, hasta que en el 75 me llamaron de River Plate. Posteriormente, en el 76, fue Cerro el que requirió me concurso como técnico”.
¿Existe buen material humano en nuestro país?
“Claro que existe. Material hay. Pero el problema económico hace que, muchas veces, los directores técnicos tengan que afrontar una serie de dificultades, tropezando con inconvenientes que van en perjuicio de un normal trabajo. Le reitero que jugadores buenos surgen, que, lógicamente hay que moldearlos, trabajarlos, orientarlos. Pero, a veces, no se hace
Contra Boca , en La Bombonera
Lo vi defender la valla del “globito” , en la repleta popular de Boca, lo que sería la Colombes nuestra, allí , a “tres pasos de las nubes”, y en picada hacia el arco.
Entre avalanchas y avalanchas, recuerdo la cara de los que estaban cerca de mí.
¡Bien Gallego! ¡Bien Pepe!.
Claro, yo estaba confundiendo a la falange xeneise. No podía ser que yo estuviera con Huracán y con Boca, festejando las jugadas de los dos.
Como festejé el golazo de Sasía – junto a todos, y tal vez en andas de alguno – cuando el Pepe vulneró a Taibo impecablemente, pegándole un frentazo hacia abajo.
Era el 2 a 0 para Boca, de un partidazo, memorable a la vez porque en el popularísimo equipo de la Ribera, hacía su debut nada menos que Ernesto Grillo, a su retorno del fútbol de Italia.
Pero Hurucán levantó. Y el Gallego fue una fiera en los palos. Tapando cualquier remate. Mandando, ordenando, gritando. Tal vez por momentos, mas que el mismísimo Pipo Rossi, que tenía el “5” del globito y que clavó un golazo, el del empate a dos, defintivo a la postre. Injustamente, ya que recuerdo bien, a Huracán le fue invalidado un tercer gol, sobre el final, también de cine.
Y ahí arriba, yo festejando las apiladas del Pepe, y a las atajadas del Gallego.
Poco me interesaban Boca y Huracán. Lo mío, a pesar del amarillo estridente del buzo de Taibo y la clásica auriazul de Sasía, tenía un tinte celeste.
“¡Cómo me voy a olvidar de ese partido. Huracán tenía un cuadrazo. A pesar de vernos en desventaja por dos a cero – uno del Pepe, un golazo, es cierto, y el otro de penal, ejecutado por el peruano Benítez – teníamos la seguridad de que íbamos a sacar un buen resultado. Y en el complemento, les pasamos por arriba. No me haga acordar de aquel tercer que nos anuló un línea. ¿Ud. se imagina lo que es ganar en la Bombonera después de ir perdiendo 2 a 0? Nunca me voy a olvidar de la pose cachadora de Pipo, con las manos en la cintura y la sonrisa abierta, aunque mascullando improperios, por supuesto. Es cierto, fue un gran partido. Pepe me hizo un golazo, y yo anduve como bala. ¡Como para olvidarlo!.