Noviembre 21, 2024

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó este miércoles que los medicamentos artesunato, imatinib e infliximab se empezarán a probar en pacientes con COVID-19 hospitalizados en 52 países.

Los datos de la agencia de la ONU indican que en la última semana se documentaron más de 203 millones de casos, con lo que el mundo rebasó la marca de los 200 millones de personas infectadas apenas seis meses después de que los enfermos de COVID-19 superaran los 100 millones.

La fase final de estas pruebas clínicas se inscribe en el ensayo Solidaridad sobre tratamientos contra el COVID-19 y darán inicio en dos hospitales universitarios.

Necesitamos más herramientas

En una conferencia de prensa en Ginebra, el director general de la OMS subrayó la necesidad crítica de encontrar terapias más efectivas y accesibles contra la enfermedad producida por el coronavirus y subrayó que el objetivo de las terapias con los tres fármacos en cuestión es reducir el riesgo de muerte en los enfermos de COVID-19.

“Contamos ya con muchas herramientas para prevenir, probar y tratar el COVID-19, incluidos el oxígeno, la dexametasona y los bloqueadores de IL-6. Pero necesitamos más, para los pacientes en todos los extremos del espectro clínico, desde la enfermedad leve hasta la grave. Y necesitamos trabajadores de la salud que estén capacitados para usarlas en un ambiente seguro”, dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Señaló que un panel independiente de científicos seleccionó esos medicamentos por su potencial para reducir el riesgo de muerte en personas hospitalizadas por COVID-19.

¿Para qué se utilizan actualmente los medicamentos?

La agencia de salud detalló que el artesunato es un medicamento para la malaria grave; que el imatinib se usa para ciertos tipos de cáncer, como la leucemia; y el infliximab se utiliza para tratar la enfermedad de Crohn, la artritis reumatoide y otros padecimientos del sistema inmunológico.

Las farmaceúticas Ipca, Novartis y Johnson & Johnson donaron los medicamentos para el ensayo.

El ensayo clínico Solidaridad constituye la mayor colaboración mundial entre los 194 Estados Miembros de la OMS. En él participan miles de investigadores de más de 600 hospitales.

El año pasado se evaluaron cuatro fármacos durante el ensayo inicial de Solidaridad. Los resultados entonces mostraron que el remdesivir, la hidroxicloroquina, el lopinavir y el interferón tenían poco o ningún efecto en los pacientes hospitalizados con COVID-19.

Finlandia y Honduras son dos de los 52 países participantes en los ensayos actuales de Solidaridad.

Hanna Sarkkinen, Ministra de Salud del país, aseguró que los ensayos clínicos tienen un gran potencial para salvar vidas.

“Pese a que hay unos 3000 estudios clínicos sobre el COVID-19, la mayoría de ellos no abarcan son lo suficientemente grandes como para para proporcionar información significativa. Necesitamos ensayos clínicos que permitan brindar mejores tratamientos para los pacientes con esa afección”, apuntó.

Trabajadores de salud en un pabellón temporal de emergencia de pacientes de COVID-19 en Nueva Delhi, India.
© UNICEF/Amarjeet Singh
Trabajadores de salud en un pabellón temporal de emergencia de pacientes de COVID-19 en Nueva Delhi, India.

Trabajo en equipo

Por su parte, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras e investigador jefe de Solidaridad en ese país, Marco Medina, consideró que ese programa de ensayos clínicos ha evidenciado que el trabajo de equipo es muy efectivo.

“Este tipo de proyecto puede ser un primer paso para establecer otras iniciativas para lidiar con el COVID-19, que en estos momentos es el principal problema sanitario del mundo, pero en el futuro cercano, podemos trabajar juntos para evaluar y enfrentar otros desafíos globales”, puntualizó el científico.

Medina consideró que COVAX es otra muestra crucial de la labor de equipo e instó a todos los países a luchar juntos también contra la desinformación y las noticias falsas sobre el COVID-19, que en muchos lugares impiden que avance la cobertura de vacunación y promueven la desobediencia de las medidas de salud pública.

 

Antes de 2005 el Fondo Nacional de Recursos (FNR) no pagaba ninguna medicación de alto precio, pero en los últimos 14 años, a partir de la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud, la cantidad de beneficiaros aumentó, de 181 en 2005 a 7.835 en 2018. Según la titular del fondo, Alicia Ferreira, este modelo, único en el mundo y gratuito para el paciente, maneja 250 millones de dólares al año.

El FNR destina casi el 80 % de sus fondos a procedimientos como cirugías cardíacas, transplantes de órganos, prótesis de cadera y diálisis; el 17 % respalda la compra de medicación de alto precio y un 3 % para la gestión del fondo, informó Ferreira en diálogo con la Secretaría de Comunicación Institucional.

La experiencia de Uruguay es única en el mundo, ya que el resto de los países con cobertura universal poseen un sistema de copagos, explicó la jerarca. Para adquirir un medicamento se evalúa el número de pacientes que recibirán el tratamiento y la inversión que implicará para el FNR mediante un modelo matemático. Posteriormente, se inicia la negociación con los laboratorios, se compran los medicamentos en las licitaciones para las adquisiciones conjuntas con los países del Mercosur o por medio del fondo estratégico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Los usuarios en tratamiento reciben la medicación sin costo alguno y por el tiempo que sea necesario. “No hay posibilidad de que el fondo deje de brindar un medicamento”, precisó.

El Fondo Nacional de Recursos, que fue creado en 1980, solo financiaba procedimientos de alta complejidad, pero en 2005 la ley de presupuesto incorporó la medicación de alto precio para los pacientes que así lo requieran, como una nueva competencia de la institución, precisó Ferreira.

Desde 2005, se trabaja con un modelo de gestión clínica que permite brindar estos medicamentos y tratamientos a las personas que deban recibirlos, previos controles y seguimientos adecuados. A partir de 2016, el FNR se consolidó como el segundo financiador (luego del Fondo Nacional de Salud) y se logró un equilibrio económico financiero con un patrimonio pequeño, pero que les permite mantenerse y, a su vez, incrementar el número de tratamientos que se otorgan.

La creación de un formulario terapéutico de medicamentos (FTM), que obliga a los prestadores públicos y privados a brindar la medicación incluida, fue mencionada por Ferreira como uno de los grandes cambios impulsados por el Sistema Nacional Integrado de Salud. En el anexo número tres de ese formulario se hace referencia a los medicamentos de alto precio, que son los que pueden recibir los pacientes a través del FNR.

El FNR es un seguro público universal que se financia a través de la cuota de cada beneficiario del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Un 7 % de lo recaudado por el Fonasa se destina al FNR. Las personas que no aportan acceden a través del pago que realiza por cada uno de ellos el Ministerio de Economía y Finanzas. Por los usuarios de Sanidad Militar abona el Ministerio de Defensa Nacional.

La jerarca indicó que ese esquema de riesgo compartido es novedoso, incluso para Europa y América, ya que países como Colombia manifestaron su interés en conocer la experiencia del nuestro de incorporar un extenso listado de tratamientos contra el cáncer de mama. “Somos el único país de Latinoamérica que tiene tantos medicamentos de alto precio incluidos para el cáncer”, destacó.

El Gobierno de Uruguay envió este martes 19 la medicación solicitada por connacionales con enfermedades crónicas residentes en Venezuela, informó el ministro de Salud Pública, Jorge Basso. Añadió que la gestión se realizó con base en la historia clínica de esos pacientes y las prescripciones con las indicaciones de los fármacos y las dosis requeridas. Se trata de personas con hipertensión, cáncer y enfermedades neurológicas.

Los medicamentos para uruguayos que residen en Venezuela y padecen enfermedades crónicas fueron enviados este martes 19 por medio del Ministerio de Relaciones Exteriores. Las solicitudes se realizaron con base en la historia clínica de las personas y las indicaciones precisas de las prescripciones médicas.

Basso aclaró que la secretaría a su cargo no puede otorgar, en ningún caso, medicamentos sin la prescripción médica, porque las denominaciones muchas veces tienen similitudes entre ellas y, sin una receta con la orden del médico, se puede enviar un fármaco o dosis equivocada.

Agregó que el Ministerio de Salud Pública (MSP) siempre otorga todos los medicamentos e, incluso cuando se trata de pacientes judicializados, se precisa la receta médica. En este caso, la partida para Venezuela, que ya está en marcha, se basa en información de cada uno de los pacientes, cuál es la indicación y la dosis.

Luego, Cancillería, con su representación en Venezuela, es la que organiza la distribución para que llegue a cada paciente solicitante e implica ver si este requiere de un traslado y de qué forma hacerlo. En caso de requerirlo, se deberá analizar las distintas alternativas según cada persona y sus necesidades, indicó.

El ministro explicó, además, que se trata de pacientes con patologías de hipertensión, cáncer o enfermedades neurológicas.

“Son pacientes con enfermedades crónicas, por lo cual, es una lista muy importante de medicamentos para cada uno de ellos, que ASSE suministra con la seguridad de que existe una historia clínica y una receta que indica esa medicación”, apuntó. Aclaró que, en el caso de la mujer que falleció en Venezuela, no se conocían las indicaciones precisas de qué medicamento necesitaba.

El Fondo Nacional de Recursos incrementó la cifra de tratamientos de alto precio entregados, de 181 en 2005 a 7.311 en 2017, 40 veces en trece años. Se invierten más de 50 millones de dólares anuales para cubrir 56 medicamentos de 22 patologías, como cáncer, esclerosis múltiple y enfermedades crónicas. Uruguay, Canadá y Colombia son los únicos países de América con una cobertura similar, destacó la directora, Alicia Ferreira.

La creación del Fondo Nacional de Recursos (FNR) data de 1980, con el objetivo de financiar únicamente procedimientos de alta complejidad, pero no fue sino hasta el año 2005 cuando la ley de presupuesto incorporó como una nueva competencia de la institución brindar medicación de alto precio para los pacientes que así lo requieran, precisó Ferreira, en entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional.

“Un medicamento puede ser de alto costo cuando recién se produce o investiga, pero luego ocurre que el medicamento pasa a ser de alto precio, porque su precio, y hay estudios que lo demuestran, no tiene relación con lo que se ha invertido”, explicó la directora, respecto de la denominación asignada a este tipo de medicación.

Ferreira recordó que uno de los grandes cambios impulsados con la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud es la incorporación de un formulario terapéutico nacional que obliga a los prestadores públicos y privados a brindar la medicación incluida en él. El anexo número tres de ese formulario refiere a los medicamentos de alto precio y que, por lo tanto, los pacientes pueden recibir a través del FNR.

Los usuarios en tratamiento reciben la medicación sin costo alguno y por el tiempo que sea necesario. “No hay posibilidad de que el fondo deje de brindar un medicamento”, aseveró Ferreira.

Mientras en 2005 el número de pacientes que recibió medicación por parte del FNR fue 181, en 2017 ascendió a 7.311, por lo que, en trece años, la cantidad de usuarios que recibió tratamiento se multiplicó por 40. La lista incluye un total de 56 medicamentos para atender 22 patologías, tales como linfomas, algunos tipos de leucemia, varios tipos de cáncer, espóndiloartritis, esclerosis múltiple, enfermedades crónicas, hepatitis C, VIH-sida, distonías y fibrosis quística pulmonar, enumeró la directora.

Ferreira explicó que el ingreso de medicación a esa lista se realiza mediante un procedimiento técnico transparente, similar al de los países con cobertura universal, como Canadá, Australia y los del continente europeo. Un primer análisis es realizado por el Ministerio de Salud Pública y luego una comisión técnica independiente, integrada por representantes de la cartera, el FNR, los médicos y la Facultad de Medicina, estudia toda la evidencia científica disponible en cuanto al tratamiento solicitado. Este ámbito eleva una recomendación al Fondo de Recursos, el cual, a su vez, realiza un análisis presupuestal para determinar las posibilidades de brindar esa medicación.

La evaluación es realizada mediante un modelo matemático de un programa informático, con el cual se calcula el número de pacientes que recibirán el tratamiento y la inversión que implicará para el FNR. Concluida esa etapa, se inicia la negociación con los laboratorios o se compran los medicamentos en las licitaciones con los países del Mercosur. También por medio del fondo estratégico de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), puntualizó.

El funcionamiento del FNR consiste en una financiación mixta entre el seguro universal de salud y los recursos del Estado. Ferreira indicó que ese esquema de riesgo compartido es novedoso, incluso para Europa y América, ya que países como Colombia manifestaron su interés en conocer la experiencia del nuestro de incorporar un extenso listado de tratamientos contra el cáncer de mama. “Somos el único país de Latinoamérica que tiene tantos medicamentos de alto precio incluidos para el cáncer”, destacó.

La institución recibe unos 280 millones de dólares anuales y casi el 20 % se destina a medicación de alto precio. El 80 % restante financia intervenciones de gran complejidad, como cirugías cardíacas, trasplantes de órganos, prótesis de caderas y diálisis.

Para este año, las autoridades analizan la posibilidad de incorporar nueva medicación para el tratamiento de algunos tipos de cáncer, enfermedades respiratorias y dermatológicas. Ferreira señaló que la institución prioriza el beneficio clínico de los medicamentos antes de que sean incorporados.

El Ministerio de Salud Pública implementa mecanismos de supervisión y capacitación específica para la correcta manipulación de medicamentos con nombre o apariencia similar a fin de evitar confusiones al momento de administrarlos a pacientes. Aunque se utiliza medicación menos peligrosa, también se trabaja en el primer nivel de atención, indicó el coordinador de la Comisión de Seguridad del Paciente, Marcelo Barbato.

Los medicamentos conocidos por sus siglas en inglés como LASA (look alike, sound alike) son aquellos con nombre, apariencia o sonido similar y que, como tales, pueden aumentar el riesgo de una mala administración de la dosis por parte del personal de salud, con la consecuente afectación a los pacientes.

Para evitar este tipo de situaciones, el Ministerio de Salud Pública trabaja de manera articulada con los laboratorios, a fin de diferenciar de manera adecuada los medicamentos y, a la vez, capacita al personal de salud de los diferentes niveles de atención, según explicó Barbato en entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional.

Entre las medidas de prevención, el coordinador de la Comisión de Seguridad del Paciente mencionó el almacenamiento de los medicamentos de alto riesgo separados por colores específicos, tanto en las farmacias como en las áreas cerradas de hospitales y sanatorios. También señaló la necesidad de chequear de manera adecuada la preparación de cada medicamento o ampolla, en caso de tratarse de una dosis intravenosa o intramuscular.

“Hay que tener una buena luz y espacio para poder ver, siempre tener la máximas cantidades de barreras posibles, sean humanas o físicas”, añadió.

Otro aspecto es el de la capacitación para todos los trabajadores de la salud, a quienes se les brindan las herramientas básicas necesarias para una adecuada preparación de los medicamentos. Además, se dictan cursos anuales para los integrantes de los comités de seguridad del paciente de cada prestador de salud, en los que participan químicos farmacéuticos, licenciados en enfermería y médicos, informó Barbato.

El coordinador dijo que, si bien este tema abarca todos los niveles de atención, el énfasis está puesto en el primer nivel, tanto en Uruguay como a nivel mundial. “En reuniones de ministros de la Comunidad Económica Europea lo han tomado con un altísimo nivel de agenda y han puesto a trabajar a todas las agencias de calidad en cómo enfrentar este flagelo”, subrayó.
 

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